domingo, 23 de junio de 2013

Porque nos movilizan los que se mueven


“Dicen que la historia es muy compleja
para mi la historia
se resume en una escena.
De un lado el pueblo en marcha y sus banderas...
Un hombre abraza a otro en agonía,
la estación crece en uniformes. Dos disparos.“

Hace once años que la juventud tiene dos manchas rojas y olor a plomo en sus remeras.
Los compañeros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán murieron a manos del Estado represor. Estado de gobierno democrático, tal vez sordo, tal vez mudo. Pero ahí estaban los piqueteros y los sindicalistas y los estudiantes. Aunque nos quisieron hacer creer que se había acabado todo, que era el fin de la historia, que el neoliberalismo había ahogado las ideologías en un mar de televisores y microondas, ahí estaban los que luchan, los que siempre estuvieron despiertos, hace una década, hace dos, hace mucho más.
Imagen extraida de juventuddelpts.org.ar
Kosteki y Santillán eran solo dos ejemplos. ¿Pendejos piqueteros, que hacían ruido o jóvenes que querían cambiar un país en ebullición constante? Para nosotros lo segundo. Esos años no eran sólo  pobreza y locura tras la crisis neoliberal. Eran años de acción colectiva organizada, de movimiento y de luchas.

Con las utopías en los ojos, para mirar más claro; sin pelos en la lengua, para gritar rebeldía; y con las patas arriba; de tan ocupadas que tenían las manos llenas de esperanza y entrega, el 26 de junio de 2002 llegó el momento de cortar rutas, en solidaridad con los desocupados, de los trabajadores tercerizados, los comedores populares y en contra del peligro de desalojo de Zanón.
El Estado, en manos del presidente Duhalde, reprimió. En un operativo conjunto de Policía Federal, Policía bonaerense, la Gendarmería Nacional Argentina y Prefectura Naval Argentina, se actuó enseguida, de forma cruel y despiadada.
Entre las corridas y balas, un tiro de escopeta le dió en el pecho a Kosteki, Darío lo quiso auxiliar y a 4 metros de distancia otro escopetazo le cortó la aorta.
En homenaje a los hermanos de lucha caídos de ayer y de hoy, a los movimientos populares que hoy siguen vigentes y dicen presente, a los que cambian el mundo hundiendo las manos en la realidad; en contra de la justicia injusta que todavía deja libre no sólo a los actores intelectuales de la Masacre de Avellaneda, sino al asesino de Fuentealba, que hace perdón y olvido de los horribles actos que trajo la crisis así como de su causante principal, el neoliberalismo, cuyos fantasmas y actores todavía recorren los pasillos del gobierno en todos sus niveles, tanto en forma de funcionarios con puestos como en leyes inhumanas. Contra la violencia estatal/policial en todas sus formas.
Por la juventud, donde viven eternamente Darío y Maxi, Estudiantes Patas Arriba Villa María dice presente, buscando la construcción colectiva de la participación, la reflexión y la memoria.

Manu, por EPA