“Dicen que la historia es muy compleja
para mi la historia
se resume en una escena.
De un lado el pueblo en marcha y sus banderas...
Un hombre abraza a otro en agonía,
la estación crece en uniformes. Dos disparos.“
Poema Avellaneda//Agencia de Comunicación Rodolfo Walsh
Hace once años que la juventud tiene dos manchas rojas y olor a plomo en sus remeras.
Los
compañeros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán murieron a manos del
Estado represor. Estado de gobierno democrático, tal vez sordo, tal vez
mudo. Pero ahí estaban los piqueteros y los sindicalistas y los
estudiantes. Aunque nos quisieron hacer creer que se había acabado todo,
que era el fin de la historia, que el neoliberalismo había ahogado las
ideologías en un mar de televisores y microondas, ahí estaban los que
luchan, los que siempre estuvieron despiertos, hace una década, hace
dos, hace mucho más.
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Imagen extraida de juventuddelpts.org.ar |
Kosteki y Santillán eran solo dos ejemplos. ¿Pendejos piqueteros, que hacían ruido
o jóvenes que querían cambiar un país en ebullición constante? Para
nosotros lo segundo. Esos años no eran sólo pobreza y locura tras la
crisis neoliberal. Eran años de acción colectiva organizada, de
movimiento y de luchas.
Con
las utopías en los ojos, para mirar más claro; sin pelos en la lengua,
para gritar rebeldía; y con las patas arriba; de tan ocupadas que tenían
las manos llenas de esperanza y entrega, el 26 de junio de 2002 llegó
el momento de cortar rutas, en solidaridad con los desocupados, de los
trabajadores tercerizados, los comedores populares y en contra del
peligro de desalojo de Zanón.
El
Estado, en manos del presidente Duhalde, reprimió. En un operativo
conjunto de Policía Federal, Policía bonaerense, la Gendarmería Nacional
Argentina y Prefectura Naval Argentina, se actuó enseguida, de forma
cruel y despiadada.
Entre
las corridas y balas, un tiro de escopeta le dió en el pecho a Kosteki,
Darío lo quiso auxiliar y a 4 metros de distancia otro escopetazo le
cortó la aorta.
En
homenaje a los hermanos de lucha caídos de ayer y de hoy, a los
movimientos populares que hoy siguen vigentes y dicen presente, a los
que cambian el mundo hundiendo las manos en la realidad; en contra de la
justicia injusta que todavía deja libre no sólo a los actores
intelectuales de la Masacre de Avellaneda, sino al asesino de
Fuentealba, que hace perdón y olvido de los horribles actos que trajo la
crisis así como de su causante principal, el neoliberalismo, cuyos
fantasmas y actores todavía recorren los pasillos del gobierno en todos
sus niveles, tanto en forma de funcionarios con puestos como en leyes
inhumanas. Contra la violencia estatal/policial en todas sus formas.
Por
la juventud, donde viven eternamente Darío y Maxi, Estudiantes Patas
Arriba Villa María dice presente, buscando la construcción colectiva de
la participación, la reflexión y la memoria.Manu, por EPA