“Estudiantes Patas Arriba”. “EPA” para los conocidos. “El EPA” para los amigos.
¿Y para los enemigos? El epa todavía no había tenido enemigos. Esto es algo nuevo para la joven agrupación. Sí, parece extraño, pero es real: el epa no tenía enemigos. O por lo menos, nadie más quiso agarrar el hierro caliente hasta ahora.
Los Estudiantes Patas Arriba, que quieren dar vuelta la universidad, nunca necesitaron inventarse enemigos para tener una identidad: la realidad está demasiado fragmentada para fomentar rivalidades necias. Pero claro, la cultura política se impone y todos se adaptan a la moda: y está de moda tener enemigos.
Los estudiantes patas arriba, que quieren dar vuelta la universidad, nunca se preocuparon de establecer redes de poder que lo mantuvieran al mando del gremio de los estudiantes. ¿Por qué no? ¿No es así la política? ¿No demuestra eso su incapacidad para gestionar el centro? Tal vez. Pero si ese es su delito, bienvenida su delincuencia.
Los estudiantes patas arriba, están de cabeza: porque no les interesa hacer acuerdos que le garanticen puestos en partidos políticos; porque no les interesa el prestigio de levantar banderas; porque no miden el éxito en cantidad de personas que vienen a las charlas; porque saben que la universidad es la más deudora en lo que a transformación social respecta; porque a pesar de las contradicciones, nunca dejaron de estudiar; porque saben que las trabas institucionales están hechas para beneficiar a los poderosos; porque nunca negaron sus conflictos, nunca ahogaron sus diferencias, nunca dijeron ser algo que no eran. Por que aunque nunca nadie les agradeció nada, no salieron a levantar los logros “de gobierno”. Y siguen ahí. Trabajando. Debatiendo. Riendo. Aprendiendo.
Les decimos a nuestros compañeros, y sobre todo a aquellos que quieren que seamos enemigos, que no vamos a dejar de creer que la universidad puede ponerse patas arriba. Que el poder, para que sea libertad, debe estar al alcance de todos: Militantes o no. Comprometidos o no. Experimentados o no.
Que la rebeldía, para que sea transformación, debe ser comprensiva, horizontal, inclusiva.
Que el movimiento, para que sea verdadero, no debe volverse institución, jerarquía, amiguismos.
En nombre de los que estamos, de los que ya no están y de los que van a venir declaramos: lo que es del EPA es de todos. El centro, es de todos los estudiantes. Y es lo que nosotros queramos que sea.
Estamos en el baile… ¡Bailemos!